​

​Vogue propuso un modelo de conducta de mujer poderosa que no debe bajar la cabeza ante nada. Es mucho más que moda, es una cuestión de actitud.

 

 

Ante la inminente llegada del Día Internacional de la Mujer y cientos de eventos en todo el mundo para conmemorar su papel en la sociedad, una como buena fémina se replantea su situación y echa una ligera vista hacia el pasado. En primer lugar repasa su vida, sus momentos más importantes que dejaron huella, se pregunta si está donde quiere estar. Después, o al menos en mi caso, voy más allá de mi tiempo y de mi lugar y pienso en aquellas mujeres de los siglos pasados, que sin Día Internacional de la Mujer y en constante lucha contra el sistema por ganarse un lugar digno en la sociedad, se mantenía firme, regia, fiel a sus creencias y a su ambición por un futuro mejor para las nuevas generaciones de mujeres.

Gracias a ellas, armadas de valentía, dispuestas a romper los tabúes de una sociedad laboral diseñada para el hombre, el mundo aprendió a valorar nuestras capacidades. Y cada 8 de marzo nos lo recuerda. Me es inevitable pensar en una publicación importantísima para la figura de la mujer: la revista Vogue.

Recientemente hice un trabajo de investigación sobre sus portadas, y resulta que Vogue es el reflejo de la evolución de la mujer. Fue unida de la mano y la acompañó en cada nuevo paso hacia adelante, para ser testigo de sus avances y mostrarlo de una forma artística inmejorable. Surgió en 1892 y su creación fue por y para ellas, nosotras, es un espejo de la comunidad femenina. El avance del papel de la mujer fue siempre fielmente plasmado en sus portadas, y en sus contenidos. Propuso un modelo de conducta de mujer poderosa que no debe bajar la cabeza ante nada. Es mucho más que moda, es una cuestión de actitud.

Tras los diseños de Alta Costura y las joyas aparentes en sus páginas, existe un mensaje muy valioso: eleva a la mujer a su máximo estado de feminidad sin proponer estrictas dietas o establecer unos cánones de belleza inviolables. Busca la belleza en la mujer trabajadora, emprendedora, ambiciosa, en las madres y las hijas. Está dirigida a estas mujeres, mujeres reales, que caminan por la calle pensando en sus mil cosas que hacer, a corto y largo plazo. Inmersas en su mundo interior, preocupadas… con el fin de impactarlas con una nueva portada impresionante cada mes que pide a gritos ser comprada. Y tras hacerse con ese número y abrirlo, se sumerge en un mundo paralelo que evade el pensamiento e inspira a esta mujer a ser más, y mejor. Entonces, teniendo en cuenta que “Vogue” es el reflejo de esta mujer, se llega a la conclusión de que al igual que la revista, las féminas estamos en una constante evolución que no para, y que a pesar de parecer en ocasiones que a partir de un momento dado no hay más que hacer, “al mes siguiente” ocurre algo que hace dar un giro de la perspectiva, nos ilumina y la situación prosigue en su camino de mejora. Y entonces pienso en aquellas mujeres de la historia y en su causa, y en los momentos más decisivos de mi vida que indudablemente han sido protagonizados por mi sentimentalismo femenino en todo su esplendor (sentimentalismo del cual me siento orgullosa, y cuya relación con la debilidad debe ser borrada, porque hacer las cosas sin sentimiento, es hacerlas sin sentido). A continuación viene a mi mente mi guía, mi modelo de conducta (y por naturaleza de inevitable imitación), mi madre. Creo que a todas nos viene a la mente nuestras madres en el Día de la Mujer, y a la vez a ellas sus madres, y así una cadena casi interminable que se remonta a los tiempos donde la mujer comenzó a dar sus propios pasos, para llegar a donde estamos.

Por esto invito a todas a levantar la copa bien alto en el Día Internacional de la Mujer (aprovechando que cae viernes), y hagamos un brindis por nuestras abuelas, nuestras madres, nuestras amigas, y por nosotras mismas. Con  la cabeza tan alta como la copa, demos un sorbo de felicidad en el día que nos dedican,  y mientras esa felicidad recorre el paladar, armémonos de valor para proseguir nuestro camino y para que cada 8 de marzo sea como cada nuevo número de Vogue: especial, sublime y rebosante de belleza.

​

¡Salud!