MEMORIA Y DESEO
Si tenemos en cuenta la gran influencia de los olores en nuestra conducta y en nuestros estados de ánimo, resulta sorprendente que el olfato se haya considerado siempre el menos necesario de los sentidos.
Los detalles de cómo funciona el olfato son más misteriosos y sutiles que los de otros sentidos. En la parte frontal del cerebro tenemos dos bulbos olfativos de los que surgen los nervios que descienden hasta lo alto de la nariz, donde recibirán moléculas de olor que enviaran un mensaje de recuerdo o excitación al cerebro. No obstante, mientras que los dos componentes del sentido del olfato –memoria y deseo- son estímulos en tiempo pasado y futuro, el alma de la fragancia solo se descubre realmente cuando nos deleitamos cada día en su miríada de placeres. El olor se encuentra en su momento más embriagador, como la vida, en el presente.
Cruza la puerta de casa y huélela: barniz de muebles con aroma a mandarina, el café de la mañana, la fruta madura. Tu nariz husmeará para distinguir lo familiar de lo extraño; cuantas sonrisas se dibujan en el rostro de tu familia con el aroma de las toallas limpias cuando las toman para secarse, de las sábanas recién puestas.
Diane Ackerman nos dice: ¨… Los olores resucitan los recuerdos, pero también despiertan nuestros adormilados sentidos, nos miman y nos complacen, ayudan a que definamos la imagen que tenemos de nosotros mismos, remueven el caldero de nuestra capacidad de seducción, nos advierten del peligro, nos llevan a la tentación, avivan nuestro fervor religioso, nos acompañan al cielo, nos casan con la moda, nos empapan de lujo…¨
De todos los sentidos, el olfato es el que con más frecuencia se asocia al Espíritu. Valerie Ann Worwood, en su libro ¨Los cielos fragantes: La dimensión espiritual de la fragancia y la aromaterapia¨, nos revela la fragancia como el hilo espiritual que mantiene las almas unidas en la tierra. Del aroma de las resinas humeantes de incienso y mirra de las tradiciones católica y ortodoxa a la fragante agua de rosas que utilizan los musulmanes en la mezquita, pasando por las varitas de incienso de los santuarios budistas chinos o las bendiciones de luz y fragancia del Sabbat en los hogares judíos, el sentido del olfato es el mensajero alado que lleva nuestras devociones al espíritu y nos trae a cambio un soplo del aroma del cielo en la tierra.
¨El olfato es el sentido de la memoria y del deseo¨. JEAN-JACQUES ROUSSEAU.
KARLA ALEZARD
REDACTORA Y EXPERTA
EN MARKETING Y
CRECIMIENTO PERSONAL
